miércoles, 19 de agosto de 2009

.

porque así lo había decidido, aquel punto rojo y luminoso se volvió el centro de sus pensamientos, esa pequeña luz parpadeante que marcaba el paso de los segundos y que a ratos parecía marcar el paso de vidas enteras
en esta nueva vida en la que ahora se encontraba había la sorpresa de hablar de sí como si fuera otra: y lo era: tras una pausa así, en un abrir y cerrar de luz: era otra: enajenada de sus manos crecidas y ligeras como globos inútiles, exiliada en las puntas de los dedos de los pies, mirando el otro extremo de la balsa con desgano, con el deseo del hundimiento latiendo en unas venas que no eran suyas, pero el deseo sí, ese sí que era suyo, o ella de él, desvanecidos sus límites en ese flotar denso, se ejercía la propiedad con propiedad
una vida más y en ella un hambre pasajera de plenitud, un hambre que viajaba en ella y que siempre sería
una vida más y el galopar impreciso del sueño traído en manos del cansancio ¿de quién era el galopar entonces? y en un silencio lento llegaba el llanto, cansado de venir siempre en sueños, hambriento de vigilia, hastiado de ser siempre el señuelo del naufragio
y en este último parpadeo se vio frente a sí con la boca seca de gesticular en vano

2 comentarios:

nina falconi dijo...

cara a cara con el hambre que nos agarra la lengua y nos alimenta los dìas, las horas que se alargan. Cada día que nos arrojamos de la cama a vivir muchas vidas, a tener muchos rostros, muchas muertes, aunque en el fonfo de todo nos sostenga el mismo punto rojo, la misma barca

Alf. dijo...

joder qeu bonito te ha quedado el blog. cómo se hace eso?

Lo que nunca se dormía del todo, era una cierta idea de magnolias. Aunque los árboles donde ellas vivían hubieran quedado en el camino, ellas estaban cerca, escondidas detrás de los ojos.

F.H.