lunes, 3 de agosto de 2009

Primer eco del anósmico


Lisboa, Lisboa, tus manos son pájaros extraños que agitan con su vuelo el destino de las nubes allá, donde sesgó su hundimiento el agua. En domingos como éste zarpan velas desde puertos transparentes, zarpan y se encienden buscando develar tu rostro, pero el aire las consume en su deriva, mucho antes de morder la sombra de tu sombra.
En domingos como éste te busco en círculos, siguiendo con el dedo la boca de la taza de un café que no apetezco, siguiendo con curiosidad maliciosa la boca de domingos como éste, que como un cíclido incuban en su boca toda suerte de caídas y apariciones... como esta tarde en que vuelvo al sonido de tu nombre Lisbonne, Lisbona, Lisboa, y escribo para ti esta confesión ciega. Rara vez escribo, lo hago cuando soy más débil de lo usual, y pasa sobre mí ese otro ajeno que hurga en las cosas y las ideas con la voracidad lamentable e irrisoria de un perro callejero, cuando las formas que he asignado a los olores se deslizan unas tras otras y todo es una confusión de celofanes de colores, cuando como hoy miro tu nombre en un mapa arrugado y me parece estar en ti como en un sueño, y te doy por nombre Lisboa y te unto de cenizas y celofanes que copulan con apremio, y tus tranvías huelen a triángulos verdes, y las lozas de tus calles, a pequeños círculos grises tras la lluvia.
Pero todo esto son sólo cosas que siento a pedazos, que salen de cuadro y se acotan al margen de lo que me inunda. Ya no eres tú, algo se mueve y forma una elipsis en la que todo cae, y todo se entiende en ti pero no eres tú, sino esa procesión de sombras chinas que mi intuición proyectó de ti para sucederme en ella. Pero ¿qué sabes tú de ti, que no sea lo que los vencidos como yo te hemos inventado? Hoy tienes un poco más de ti en ese imaginario oblicuo en que tus manos, pájaros sombríos, agitan su vuelo hacia el eclipse.

2 comentarios:

Carolina Arévalo Camberos dijo...

Volví y recordé que ya había comentado este texto, luego pensé "¿fue tan patético mi comentario que lo borró?" luego, en el mismo pensamiento me corregí, me gustó tanto la primera vez que lo leí, que me acobardé en comentar, ¿sabes? esa cobardía que implica respeto y admiración. Ahorita sólo comenté para que la próxima vez que venga y lo lea encuentre esta huella que rectifique inmediatamente mi pensamiento cuando diga "¿porqué no he comentado este que me gusta tanto?"

Sólo ad oc diré: es la lluvia oblicua, siempre es. :)

Carolina Arévalo Camberos dijo...

Cierto, lo comenté en fbk, y luego volví aquí y pasó lo anteriormente relatado.

Radar no sé qué le pasó se enterca en convertirse en "arte concpetual".

Supongo que la con las distancias y el ruido, le dio por descomponerse. "como todo aquí" jajajaja.

Lo que nunca se dormía del todo, era una cierta idea de magnolias. Aunque los árboles donde ellas vivían hubieran quedado en el camino, ellas estaban cerca, escondidas detrás de los ojos.

F.H.