lunes, 20 de octubre de 2008

Avistamientos terrenales

Un hombre abre el hocico para tragar una bala, pero lo que entra en él es una salva de tierra. Se limpia los ojos, se pasa un pañuelo por la cara y se acomoda el clavel en la solapa. Un crujir de posesiones se le agolpa en la mueca de los labios. Está nuevamente listo para la espera.

1 comentario:

Carolina Arévalo Camberos dijo...

Se acomoda el claven en la solapa.
que venga la otra muerte falsa.
me gustó mucho.

Lo que nunca se dormía del todo, era una cierta idea de magnolias. Aunque los árboles donde ellas vivían hubieran quedado en el camino, ellas estaban cerca, escondidas detrás de los ojos.

F.H.